El miedo y la incertidumbre nublan nuestra mente, reducen nuestro campo de visión y nos paralizan, inhabilitando nuestra capacidad para resolver, reaccionar, pensar positivo y usar la creatividad para buscar alternativas o soluciones. Hemos vivido dos años en un curso intensivo de estrés, inseguridad y parálisis, que por desgracia no siempre nos ha llevado a desarrollar el equivalente en conocimiento personal, resiliencia y una adecuada gestión del cambio, para lidiar con lo primero acertadamente.
¿Por qué sucede esto?
Cuando el estrés nos hace sentir que la situación escapa a nuestro control, se produce en el cuerpo un aumento en los niveles de cortisol, (una de las hormonas del estrés) rompiendo el equilibrio de numerosas funciones.
Esto afecta nuestro sistema inmune reduciendo la neuroplasticidad; que es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a nuevas experiencias. Gracias a la cuál somos capaces de asimilar, hacer frente y aprender de cada circunstancia adversa que se nos presenta.
Los cambios en el cerebro pueden ser responsables de la aparición de numerosos trastornos como el estrés postraumático, la ansiedad o la depresión; reduciendo la neuroplasticidad e impactando de negativamente en la forma como nos enfrentamos a los problemas.
Si bien el ser humano dispone de mecanismos para enfrentar esos cambios y eventos sorpresivos; la fuerza del impacto dependerá de la percepción individual. Cada persona reacciona de manera distinta ante una misma situación de estrés, en función de múltiples factores:
- personalidad
- nivel de gestión emocional
- red de apoyo social
- experiencias previas
- capacidad de resiliencia
Por desgracia; lo que generalmente nos lleva al descontrol es nuestra respuesta emocional y psicológica ante la crisis; que en ocasiones nos trae más sufrimiento y parálisis que el evento en sí. Esta situación limita y abruma nuestra mente; tanto que no nos permite ver claramente el mejor camino a seguir. De ahí la importancia de desarrollar nuestra capacidad de resiliencia; para hacer frente de manera más efectiva a las situaciones complejas en el día a día, pues lo único inamovible en la vida es el cambio.
Pero… ¿Qué es la resiliencia?
Si la pudiéramos analizar en el contexto de la física, la resiliencia sería la elasticidad, esta capacidad de recuperarnos después de un evento traumático, la habilidad de hacer conscientes nuestros pensamientos, gestionar nuestra mente y emociones de manera que incremente nuestra posibilidad de afrontar esos eventos y sobretodo reaccionar ante ellos de manera positiva, desengancharnos de pensamientos negativos y re-balancear ágilmente nuestra respuesta para “levantarnos” y seguir adelante, con nuevas oportunidades.
Según la RAE (Real Academia Española) la resiliencia es “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”.
La resiliencia no es una cualidad innata, todos podemos desarrollarla. Hay quienes son más resilientes porque han tenido un modelo a seguir, un entorno seguro y propicio para hacerlo y quienes han encontrado el camino por sí solos, que han tenido que enfrentarse a situaciones adversas, pero no se han dado por vencidos y han salido fortalecidos de ellas.
¿Por qué es un superpoder?
Porque la resiliencia implica aprender a reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. Es así como las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que la vida les presenta, sino que van más allá, utilizando esas experiencias como aprendizaje para crecer y desarrollar al máximo su potencial, pues han aprendido a “recomponerse” una y otra vez, a ver el lado positivo, encontrar las oportunidades de mejora y abrir nuevas posibilidades.
Las personas resilientes logran afrontar la vida desde otra perspectiva, no es que vivan sin problemas, simplemente su enfoque es distinto, no viven una vida difícil, viven momentos difíciles en la vida.
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Foto cortesía de Unsplash. Gracias a @Callie Morgan por la imagen perfecta.